Municipio Autónomo de San Juan Copala

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miércoles, 19 de mayo de 2010

Romper el cerco, de David Cilia Omos

Romper el cerco
David Cilia Olmos/ México, Mayo del 2010

Yo no vengo de Acteal, yo vengo de Copala.
Vine a Copala para encontrar a mi hijo.
Llegué sin odio, el odio ya estaba aquí,
en las lomas que escupen fuego,
en el agua envenenada de los ríos,
en las rocas apiladas del camino.

En Copala me pregunta el asesino
si no sabía mi hijo que “aquí son monolingües”,
pensé en la etnia de los Kaláshnikov,
tan monolingües y tan monotemáticos,
o tal vez se refería a la etnia de los Ulises,
que sólo conocen el lenguaje de la cobardía.

Vine a Copala porque me dijeron que aquí estaba mi hijo,
pero no vine solo, vine con Cariño.
El odio ya estaba aquí,
mucho antes de que yo amara tiernamente
a la que luego sería la madre de mi hijo,
mucho antes que él diera su primer grito.

Yo vine a Copala a buscar a mi hijo,
un hijo que nació de mis entrañas,
un hijo que también llegó aquí con Cariño,
porque el odio llegó por el otro lado.

Tengo un ataque de sensatez
cuando me preguntan si no tengo miedo
cuando los asesinos desgranan su amenaza.
¿Acaso no están demasiado claros los dos campos que se enfrentan?
¿De qué lado se juntaron 22 bocas de fuego
--monolingües como dice el asesino--
para matar a una mujer desarmada?

Para acabar con la mujer Cariño,
con la mujer verdad,
con la mujer ternura,
los asesinos tuvieron que gastar un costal de balas.
¿De que lado estará la cobardía?

Vine a Copala a buscar a mi hijo
y no me voy a ir hasta que lo encuentre.

Vine cuando la sangre todavía está fresca
en las calles de La Sabana,
en el picaporte de sus puertas,
en la empuñadura de sus rifles,
en el pubis de sus mujeres,
en la ausencia que ha dejado el hueco de sus huevos.

Ya no puedo decir ¡carajo!
porque no vine a esta tierra a sorprenderme,
pero puedo decir ya basta.

Es el todo contra el todo pendejos.
El todo contra el todo camaradas.

Nos tienen miedo porque nosotros no tenemos miedo,
eso dijo Cariño,
la escuché a la distancia de su muerte
y su voz era nítida y contundente:
Nos tienen miedo porque nosotros no tenemos miedo.

Este es el todo por el todo,
que se aparten los cobardes,
los que ocupan kilos de metralla
para acabar la voz tierna de madre y hembra
de una sola mujer.
Porque ciertamente no hay hombre que retroceda
cuando una mujer avanza.

Vine a Copala a buscar a mi hijo
porque antes de que él llegara
Ulises trajo al pájaro,
lo trajo del norte
por medio de su ahijado,
un casi hombre, casi abogado,
un asesino que igual que Ulises solo habla
el lenguaje de la cobardía.
Llegó pagándole a los muertos,
pagándole a los castrados,
10 mil pesos por cadáver.

Yo vine a Copala a buscar a mi hijo
y ahora los doctores buscan esquirlas en su carne,
mientras los perros se hacen pendejos
y buscan pólvora en sus manos,
para proteger a los asesinos.

La canción del enemigo se llama Sucumbíos,
lo tengo claro,
pero tengo una cita con las mujeres de San Juan Copala
y hoy la única tonada que rebota en mi cerebro,
el sueño que tengo y que quiero compartir con todos
es que pisaremos las calles nuevamente
de lo que fue Copala ensangrentada
y en una hermosa plaza liberada
estaremos honrando con dignidad a los ausentes.

David Cilia Olmos/ México, Mayo del 2010

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